LAS PÉRDIDAS Y EL DUELO

“Si realmente fuéramos conscientes de nuestra propia muerte, seríamos mejores personas”

Claudio Naranjo


SUPERAR UNA PÉRDIDA


Nacer es empezar a morir. La muerte es el destino de todo ser vivo, incluido el ser humano.

Sin embargo, es el tema más tabú de nuestra sociedad occidental. Ponemos énfasis en la belleza, la juventud, el pensamiento positivo, negando o reprimiendo las emociones que nos resultan desagradables como la rabia, la tristeza, el miedo, y también, claro está, el dolor.

Pretendemos vivir sólo una parte de la vida, la bonita y agradable, obviando y dando la espalda a la otra. Suelo decir que es como si quisiéramos vivir sólo inhalando el aire y nunca exhalándolo, lo cual todos sabemos que es imposible.

Todo cambio o pérdida conlleva un proceso de adaptación a una nueva realidad.

EL PROCESO DE DUELO


Con esta actitud, cuando llega una pérdida, cuando fallece alguien querido o perdemos algo o alguien importante para nosotros, nos toma totalmente por sorpresa y tenemos serias dificultades para transitar el proceso de duelo y aceptar esa pérdida.

Todo proceso de vida conlleva un movimiento de expansión y otro de contracción, como por ejemplo la respiración, el latido del corazón o el necesario descanso de la noche tras un día de actividad.

A lo largo de nuestra vida y en nuestra rutina diaria, este movimiento se da continuamente. Es lo que en Gestalt llamamos el ciclo de contacto-retirada o ciclo de necesidades.

A lo largo de nuestra existencia experimentamos cambios, algunos voluntarios y otros involuntarios.

Todos ellos suponen algún tipo de pérdida, una forma de morir a algo para renacer a otra cosa diferente, fases del proceso de vida que suponen dejar atrás una etapa para iniciar una nueva, adaptándonos a la nueva situación.

Ese proceso adaptativo es lo que llamamos proceso de duelo, una reacción natural y necesaria del ser humano que consta de diferentes fases que se van alternando hasta alcanzar la aceptación, a partir de la cual podemos iniciar una nueva etapa de nuestra vida.

Cuando ante una pérdida sientas dificultad en aceptarla, te sientas sol@, si tienes la sensación de que no puedes compartir tus emociones con nadie, estás bloquead@ o te parece una tarea demasiado grande, es el momento de pedir ayuda. Contacta conmigo sin compromiso y te acompañaré en tu proceso, poniendo a tu servicio más de 20 años de experiencia en acompañamiento ante la pérdida.

La alegría compartida es doble alegría; el duelo compartido es medio duelo. Ana H. Huet

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